Viernes 13 de agosto. Llegamos a Gordoncillo y nos encontramos al alcalde en la plaza, subido a una escalera y dispuesto para colocar las banderolas del Festival Internacional de Payasos, evento que llena de humor, risa y color la Feria Vitivinícola de este municipio.
Nuestra cita es el mesón con la cantante y presidenta de la Plataforma de Mujeres Artistas contra la Violencia de Género, Cristina del Valle, que aprovecha su presencia en este pueblo a orillas del Cea para reunirse con asociaciones, expertas y mujeres clave en el abordaje de la violencia de género como la médica, la farmacéutica y la maestra del pueblo.
Voy con la expedición de la Asociación Leonesa de Mujeres Simone de Beauvoir (Encina, Susi y Ana), un colectivo que desde 1987 trabaja con recursos dedicados a mujeres víctimas de violencia machista. Primero fue la casa de acogida, luego el centro de día y desde hace unos años el centro de atención a menores para facilitar la conciliación familiar y laboral de las mujeres.
La cantante asturiana recibió el primer premio Semilla otorgado por el Ayuntamiento de Gordoncillo para reconocer la trayectoria de personas que trabajan en favor de los Derechos Humanos.
En Gordoncillo, hasta hace unos días, colgaba el cartel contra la planta de residuos nucleares para la que se han ofrecido terrenos en Tierra de Campos.
La Semilla es un emblema potente en este ayuntamiento que quiere ser ejemplo de desarrollo sostenible. Una escultura con este nombre se erige entre la casa consistorial, la iglesia y la plaza mayor.
La vendimia ya ha comenzado, adelantada en este tórrido verano.
A la salida del pueblo nos despedimos con una foto en la escultura de Trapote, La vendimiadora, y con loas a esos hermosos viñedos que engalanan la periferia de Gordoncillo. Un verde lleno de esperanza y de buena uva.
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