Ahí están, echados todavía en el suelo con sus raíces en el esportón de tierra madre, oliendo a vida y a esperanza.
Han traído tres mil y todos vamos a sembrar los nuestros.
¡Qué gozo ya esta gran promesa de verdor, de oro, de esbeltez de luz, de pájaros, en esta colina yerma ayer, pedazo del planeta que en este momento nos corresponde!
Juan Ramón Jiménez. Nº 1 de la Revista Residencia. Enero-abril 1926
Son los tres mil chopos que se plantaron en la colina del viento en torno a la Residencia de Estudiantes, que acaba de cumplir cien años de existencia.
Un lugar ideado para dar cobijo a estudiantes que, como Dalí, Lorca y Buñuel, venían de provincias para formarse en la universidad madrileña,pero cuya función era mucho más ambiciosa que la de ofrecer techo y confort.
La Residencia de Estudiantes era una de las piezas de la Junta de Ampliación de Estudios auspiciada por la Institución Libre de Enseñanza cuyo empeño en regenerar y modernizar España fue truncado por la Guerra Civil y la dictadura franquista.
¿Qué hubiera sido de España si el rumbo de las cosas no se hubiera cambiado con un golpe de Estado militar contra la democracia establecida?
Queremos pensar que el país sería hoy bien distinto. Pero ya no es tiempo de elucubrar. Ni de añorar.
Nos corresponde soñar de nuevo otro mundo posible y disfrutar del gozo de ser partícipes de su construcción. Rescatar la memoria forma parte de ese nuevo mundo en el que también las mujeres tendremos el papel que nos pertenece.
El proyecto regeneracionista de la Institución Libre de Enseñanza es irrepetible. El mundo ha cambiado. Tenemos una historia en las espaldas...
Pero hay que insistir, no desistir. Seguir trabajando y no caer en el desánimo. Y compartir con María Zambrano su empeño de que "una actitud cambia el mundo".
Desde el 29 de mayo estamos recogiendo en Astorga la antorcha de aquellas mujeres, tan poco conocidas, que también contribuyeron a cambiar el mundo en su tiempo: Las modernas, vanguardistas y otras mujeres sabias. De la mano de Marifé Santiago Bolaños y Mercedes Gómez Blesa hemos descubierto las palabras y las acciones de varias generaciones de mujeres que ahora nos iluminan. Y hemos disfrutado de su creatividad.
Ha sido fantástico contemplar La tertulia y El mundo de Ángeles Santos en el Reina Sofía; ver de cerca La verbena de Maruja Mallo y La mujer con abanico de María Blanchard. Y nos gustaría conocer aún más. Disfrutar más. Aprender más. Charlar más. Imaginar más. Cuidarnos más.
Nuestras abuelas intelectuales no son una leyenda.Ni tan pequeñas, ni tan anónimas como nos hicieron creer. Ahora ya tenemos hilo directo con ellas. Y nos acompañan en el camino.
Además tenemos nuevas compañeras (y quizá también compañeros) de viaje. No vamos solas.
Todavía quedan chopos en la Resi. Y adelfas. El otoño dora su verdor y a través de las jojas a punto de desprenderse vemos un cielo azul nítido y acogedor. Levantamos la mirada y nos damos cuenta de que en nuestro pedazo de planeta, el que nos corresponde, olemos la vida y la esperanza.
Se puede decir más alto, pero no más claro.
ResponderEliminarUn abrazo, Irma.-
Gracias por compartir con nosotras tus sentimientos. Estoy segura que reflejan fielmente lo que muchas de las que compartimos contigo esta visita sentimos.
ResponderEliminarNo pude acompañaros en el viaje a Madrid pero al leer este artículo, he podido sentir vuestras voces y las voces de quienes nos precedieron.
ResponderEliminarGracias Ana por tus palabras.
¡Levantemos juntas la mirada!
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ResponderEliminarme estoy haciendo un lío para modificar el comentario anterior. sólo quería decir que soy Isabel Alonso. Un saludo
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