Canto Rodado. Por Ana Gaitero
Diario de León. Domingo 31 de octubre de 2011. Revista
Cuando de pequeña nos hablaban de la caída del Imperio Romano siempre me imaginaba un montón de edificios que se desplomaban como castillos de arena. Súbitamente azotados por una tormenta de arena. Claro que Roma no estaba en un desierto aunque los confines del imperio abarcaban todas las geografías imaginables.
Pero no hubo tal «caída». Fue un proceso de descomposición que duró décadas, por no decir más de un siglo. Al poder le cuesta morir. Prolonga la vida más allá de sus posibilidades vitales pues en la agonía siempre hay momentos dulces e incluso de lucidez.
La decadencia la tenemos encima. Nos come. Y nos ciega. Ahora asistimos al proceso de descomposición de una era política que se nos vendió como la panacea de la democracia. El caso Paco Fernández —ya nadie se acuerda del cercano Pacofer, ni del tenista aficionado apodado Raquetas— afloró al cenagal en el momento más oportuno y el político ha sido devorado por sus propios lodos. Entre lágrimas.
Mientras, el ex alcalde se hacía pequeño como Alicia en la habitación de la mesa de cristal gigante y la puerta diminuta. A cuenta de su hundimiento se han disparado las lecciones de ética a diestra y siniestra. Por la derecha, la presidenta de la Diputación, Isabel Carrasco, habla de moralidad como si tal cosa.
Moralina sin poda
Mola la moralina con olor a naftalina. Entre los que se han conmovido están los sindicatos que, creo yo, debían estar al tanto de la prejubilación millonaria de Fernández y otras que no conocemos. «Yo sólo pienso en nuestros 11.000 parados», ha dicho en alcalde de León sobre el caso. Los tiene como propios y no piensa arrancárselos del pensamiento. Pues ya es hora de que tome cartas en el asunto. Busque soluciones con su magnífico equipo para que los recortes públicos no agranden más las cifras. Me cuentan en Armunia, en las vegas sembradas de viviendas sociales durante la época Morano, que las cocinas tienen luz artificial día y noche. No por afán de derroche. Es que crecen los árboles como plantíos y se les meten las ramas por las ventanas. Y claro, la factura de la luz, crece y crece como Alicia cuando se hizo gigante y lloró mucho y luego se lamentó por haber llorado.
En Armunia, en las vegas, da igual que lloren. No está en la lista de las podas. Hay pocos operarios porque no hay dinero para pagar y a los pocos que hay les tienen encomendados barrios más nobles.
Pobre alcalde, que llora por los parados. A lo mejor le puede pedir un poco de sueldo a la presidenta de la Diputación, que se lo subió sin ruborizarse y con la venia de los socialistas, para salir del paso.
¿Dije ciénaga? No, muladar. «Que el mundo fue y será una porquería, ya lo sé...». Cambalache.
La chica que no llora
Toda una lección de moralidad es la de la oposición de Astorga. El líder del PP, Tato Bardal, y el del PAl-Ul, Peyuca, cobran como casi si gobernaran (740 euros al mes) para recibir a la ciudadanía en su despacho y decirle lo mal que lo hace la alcaldesa. Además quieren celebrar un pleno al mes para garantizarse otro dinerito a mayores (290 euros). Y con subida. Y a ella, que vive de su trabajo en turno de mañana por imperativo de la Junta, le critican que trabaje en el Ayuntamiento por las tardes. Victorina Alonso no llora.
Efectivamente, amigo José Luis, no todos los políticos y políticas son iguales. Pero en medio de la ciénaga, con tantas nieblas, es cada vez más difícil distinguir a la gente honrada de los desperdicios que tanto dinero nos cuestan. Tampoco pueden relucir otras formas de hacer política porque la ley tiene consagrado el bipartidismo.
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