jueves, 9 de junio de 2011

Dos historias de amor

Leonard Cohen y Jesús Fernández Salvadores son los hombres de la semana. El cantante canadiense que musicó a Lorca, premio Príncipe de Asturias de las Letras. El fotógrafo de Diario de León, premio Francisco de Cossío de Fotografía. Su segundo Cossío. La voz y la mirada. La pasión y la pericia. El esfuerzo y el respeto a la sabiduría y al buen hacer.


Jesús F. Salvadores, como rubrica sus instantáneas, reflexivas incluso cuando hay prisa, vive de y para la fotografía. Cuando la cámara del Diario le da un descanso, se sumerge con su Leica en aventuras que de una u otra forma buscan retratar a su tiempo y a sus referentes. La pasión por los fenómenos de masas le han llevado a Fátima, a Lourdes... Y no en busca del milagro. Su objetivo enfoca a las diversas manifestaciones de la fe, pasión al fin y al cabo, que arrastra a los santos lugares a miles de personas cada año. Con la misma decisión se coló entre la multitudinaria plañidera durante el funeral del Papa Juan Pablo II en Roma.

Peregrinó a Cristiania, un barrio danés liberado desde hace más de 30 años, tras las huellas de la cultura hippie y recorrió largas carreteras en Estados Unidos en busca de los rescoldos vivientes del Mayo del 68. También se adentró con su cámara en la selva lacandona para retratar los ecos de la revolución zapatista. La Cuba del final del castrismo...

El fútbol, como fenómeno de masas, es otra de sus mecas. En una tinaja guarda, desde hace tiempo, todas las monedas de dos euros que pasan por sus manos para un billete con destino a Brasil 2014. Acariciando sueños y forjando proyectos se insufla dosis de energía para afrontar el día a día, a veces anodino y cargado de inanidad.

La II Marcha Negra puso la épica de la lucha minera al alcance de decenas de cámaras. Jesús F. Salvadores la vivió como un caballero andante del siglo XXI. Bien atento a la experiencia de quienes antes que él -"los abuelos Norberto y Mauricio-" retrataron la I Marcha Negra de 1992. Al acecho de todos los movimientos. En las batallas campales, en la larga marcha y en el recorrido por las cuencas en extinción desde Laciana a Tremor. Su cámara certificó la muerte del pozo Calderón antes de que Victorino Alonso hiciera oficial el cierre de la última mina subterránea de Laciana. El ascensor del pozo vertical, ya clausurado, y las vagonetas apiladas eran las imágenes premonitorias del fin.

Mis fotos preferidas de esa imponente serie son dos historias de amor. La de la niña que contempla la marcha minera arrullando una pequeña pancarta que es toda una declaración de amor y de apoyo incondicional: «Papá, estoy contigo». Una foto que, curiosamente, vimos photoseada hace unos días en ciertas dependencias de la Benemérita: «Papá, estoy con los GRS». Jesús sonrió al verla. Seguramente no vio maldad, sino ese afán que tiene la humanidad por ser querida. La foto impactó (y dio envidia) a los antidisturbios.


La otra foto es la de Marta Álvarez hablando por el teléfono negro de la mina con su esposo Pedro Leite, uno de los encerrados en el pozo Casares de Tremor de Arriba, durante la II Marcha Negra. Marta se despedía cada tarde de su marido: «... Y yo también». Cómplices de amor y lucha desde que se conocieron, camino de Madrid, en apoyo a los mineros encerrados en el pozo María durante los años 90. Ella, de Sosas de Laciana, de la estirpe del carbón; él, de Angola, 17 años de ayudante minero. Las sombras de la noche y la luz mortecina de la garita potencian la dulce firmeza de una lucha silenciosa, cotidiana, incondicional.

No nos dejaron bajar al pozo. Y mira que lo intentamos, Jesús. Hasta nos caimos en una cuneta con el coche por reincidentes. Fue un día aciago. Pero tú hiciste que al final brillara, como siempre. Enhorabuena, compañero


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