lunes, 23 de julio de 2012

Papá, ¿te pegaron?

CANTO RODADO

Domingo 22 de julio de 2012

Por Ana Gaitero


Un minero me contó que desde que está en huelga su hijo le pregunta cuando llega a casa: Papá, ¿te pegaron? Es sobrecogedor. Me imagino el rostro de ese niño y, sobre todo, su mente. Confusa. Y su corazón. Herido.
El niño se tranquiliza al ver a su padre. El minero se aguanta y no le cuenta lo que ha pasado. Lo que tuvo que correr por el monte. O los palos que le dieron. Ni le habla tampoco de la multa que le llegará en pocos días.
Pero los niños, como las niñas, no son tontos ni tontas. La pregunta del niño no sale de la manga. Después de casi dos meses de huelga es imposible ocultar la realidad por mucho que se quiera preservar la inocencia de las criaturas.
Me pregunto que le contará a su hijo el guardia que ha tenido que ir a disparar pelotas de goma desde el otro lado de la barricada e incluso dentro de los pueblos, como Ciñera en León. Seguramente no le contará nada. Ni siquiera sabrá que su padre estuvo allí, en aquella carretera en la que arden neumáticos.
Los que acatan
Dicen los mineros que su guerra no es contra los guardias, por muy negro lleven el traje. Y me pregunto qué le contará a su hijo el político que da la orden de cargar contra los mineros. Aquí la cosa empieza a complicarse. Porque seguro que el político pasa por ser un hombre de ley y de justicia. Un hombre como es debido. Que acata las órdenes de los más arriba con decisión.
Me pregunto qué le dirán a sus hijos y a sus hijas los políticos de más arriba. Quienes legislan y aplauden cuando a los españoles se les amputan derechos y servicios. ¿Pueden mirar a los ojos de sus hijos e hijas? Sí, me refiero a los diputados y diputadas que usted o cualquiera de los mineros en huelga votaron en las últimas elecciones del 20-N. En León, sin ir más lejos hay tres de cinco que representan a la provincia en el Congreso: Alfredo Prada, Eduardo Fernández y Arancha Miguélez. Y otros tres senadores (dos, desde que Morano les plantó con su ‘moranada’, pero les dejó planchaos): Luis Aznar y Silvia Franco.
La que insulta
Incluso a esa diputada que ha sido obligada a arrepentirse de sus mofas y malas formas. La que se ha tenido que ‘joder’ y pedir perdón en público, aunque no quiero imaginarme lo que dirá para sus adentros. La diputada Andrea Fabra.
Me pregunto de qué se habla en las sobremesas de La Moncloa. Y en las de la Casa Real, tan ejemplar que también se ha recortado el sueldín que sale de los impuestos de la ciudadanía. Y mientras busco respuestas en el vacío me asalta la imagen de otros niños y niñas, también inocentes. Los hijos e hijas de esa generación de futbolistas triunfadores, los de la Roja. Esos que por ganar un campeonato europeo —en este continente caduco y en decadencia— cobran unas primas de desmayo y hacen lo indecible por no pagar los impuestos en su país.
Me pregunto en qué clase de país vivo e incluso, seguramente atacada por una insolación, en qué clase de mundo.
Claro que si desciendo a la ciudad no me voy a consolar. La imagen del alcalde de León, Emilio Gutiérrez, sorprendido en las alturas del poder los mineros se me antojó entre histriónica (cuando les pregunta a qué colectivo pertenecen) y compasiva (cuando trata de convencer a los mineros de lo poco que vale un alcalde). Al menos tuvo el temple y la educación de mantenerles la mirada, a su manera.
Las que cierran y esperan
Hubo quien cerró las puertas a cal y canto del Palacio de los Guzmanes para que la chusma no manchara de carbón la planta noble que tanto mimo (y con dinero de los contribuyentes) ha transformado en un palacio del diseño.
Me pregunto qué le contará a su hijo o a su hija la emprendedora que decidió tirar la toalla, ahogada por las facturas. O la embarazada que espera una cesárea con una criatura de cuatro kilos en el vientre. Y que tendrá que esperar hasta la semana 41.

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