sábado, 12 de mayo de 2012
LA ÚLTIMA CARTA
Cada día iban al club de pensionistas. Ella a jugar a las cartas. Él a la biblioteca. Regresaban a casa con la conversación navegando entre los órdagos del tute y las malas noticias de la prensa. Un día él le dijo: "Si algún día falto no dejes de venir aquí a jugar a las cartas con tus amigas". Ella le miró perpleja. Y se despidieron en el pasillo del club. Sus siluetas se reflejaban en el brillo de las baldosas. Al poco rato una mujer de uniforme se acercó a la mesa donde las señoras jugaban a los naipes. Le habló en voz baja, casi en silencio. Las cartas se deslizaron sobre sus dedos en la mesa, lentamente, con pereza y echó a andar sin comentarios. Entró en la biblioteca y alcanzó a tocar el hombro izquierdo de su marido, luego el derecho, la espalda entera y su rostro, por fin. No tenía aliento.
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