martes, 23 de julio de 2013

El follón

Mientras subía y bajaba las piernas y los brazos (de mi madre) mis espaldas eran salpicadas por las voces chillonas de la caja tonta. Es lo que tiene no estar en la playa cuando llega el verano. Hablaban como cotorras de un caso de violencia de género. Un hombre quema el coche de su ex novia para vengar su ruptura. Luego la avisa por el telefonillo. Las voces chillonas se recreaban en los detalles del fuego y no dejaban de decir que aquello era un follón. Las palabras me golpeaban en la cabeza. Y otra vez al follón, al palizón, al lío... La chillona parecía al borde de un ataque de nervios. No fue capaz de hilar una frase que hablara del maltrato, de los maltratadores y de sus formas de actuar. Todo era un follón.

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